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Cosas de niñosPosted by on


Bajo un sol imponente con zapatos en mano, pies descalzos o en medias hacían fila para subirse a los brinca-brinca, la expresión en sus rostros evidenciaba la felicidad y la ansiedad que sentían por subir pronto al juego. Los pequeños eran ayudados a subir a la atracción por un sujeto que tenía la misión de coordinar la actividad, algunos mientras hacían la fila le preguntaban ansiosos ¿cuánto tiempo les falta?

Y así en la cancha del Parque San Javier, se llevó a cabo la jornada recreativa que tenía como fin alegrar a los niños y niñas del Jardín Sonrisas Infantiles. Al llegar, los niños estaban distribuidos en el lugar por grupos, como si de un recorrido de diversiones se tratase. Entre los asistentes había quien tenía una cabellera de colores que hacía juego con los lunares de sus mejillas y pedía la atención de los más pequeños para poder llamar a través del zapatófono a titirilandia, cuya particular marcación constaba de nombrar esos valores que en casa y en la escuela enseñan a formar ciudadanos.

El calor que hacía en el lugar no superaba la energía que prevalecía en los niños, quienes tras horas de recreación corrían detrás de sus balones de colores que rebotaban en el suelo de la cancha. En ese acto dos niños que estaban ajenos a la dinámicas de los balones, apostaban carreras con sus triciclos, para ellos todo giraba alrededor del sonido que salía de sus vehículos al oprimir el pito, pii, pii… aunque al ruido era imperceptible para los demás asistentes, ellos centraban su atención en escucharse y en entender lo que sucedía al momento de oprimir el timbre, una acción inocente que se desarrolló a partir de la curiosidad de ambos.

Padres de familia, profesoras del jardín, abuelos y los niños, disfrutaron y participaron de una tarde que pretendía unir y llevar alegría. Así que salir al frente a hablar y bailar al ritmo de los payasos fueron meritorios de premiaciones que recibían los más pequeños. Al final, algunos deseaban que el show continuara, pero con regalo en mano y chocolatina en la otra se despidieron uno a uno, bailando y mostrando el obsequio que se habían ganado.

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