Soñar con vocación es una puerta a la felicidad.
Compartir con niños aporta aprendizajes y mueve corazones, al reconocer sus talentos y en esto es preciso mencionar a Sara, una artista del canto que encontramos en la celebración del día del niño en el barrio Quintas de San Javier comuna 13 de Medellín.
Mientras observaba el show de payasos de “Cocogreyn” fue posible identificarla. Sí, esa pequeña se movía, cantaba y saltaba con esta actividad. No tuve temor en acercarme y pensar que me rechazaría, pues con una sonrisa me dijo su nombre, su edad y que le apasionaba el canto.
Ella miraba el micrófono como si fuese una extremidad más, ella no es la niña común que le teme al público, al rechazo, ella alza la cabeza y con orgullo dice “mi sueño es cantar” y comienza una melodía con la que deleita a su alrededor que dice: “Sin embargo no me siento mal pues yo soy quien soy en cualquier lugar, no me prestes atención, aquí estaré viéndote colapsar”.
Pero no termina ahí, con entonación se escucha su canto en a capela finamente la estrofa “cambia si te hace gracia, cambia otra vez, cambia si no eres suficiente, otra vez, otra vez”. Verla cerca del micrófono de aquellos payasos abre una ventana a la oportunidad de tener el privilegio de escuchar a una niña de 9 años cantarle a la vida.
En ese momento fue posible ver una vocación y el deseo de impulsar el desarrollo y la espontaneidad de más niños, pues de esta manera es posible construir con un futuro participativo y alegre, siendo un reto que comienza con la confianza y credibilidad que ellos, los niños sientan por nosotros, los adultos.
Los niños son el futuro de la sociedad, es por eso que mientras más Saritas crezcan el mundo este tendrá la posibilidad de ser un mejor lugar. El canto, el baile, la magia, el origami, y cualquier deporte o actividad que interese a un joven a ser social y participativo será una persona menos triste y un callejero menos en el Pálido punto azul donde vivimos.